Daniel Alves ya desembarcó en Chile para presentarse ante la hinchada de Colo Colo
Hace años atrás, Daniel Alves pisaba suelo chileno como rival, defendiendo los colores de la selección brasileña en intensos duelos por las Eliminatorias Sudamericanas. Sus presentaciones en el Estadio Nacional todavía son recordadas por muchos: la velocidad por la banda derecha, la actitud desafiante y su inconfundible estilo dejaban en claro que no venía a hacer amigos, sino a competir con toda la historia del pentacampeón a sus espaldas.
Hoy, el contexto es muy distinto. A sus 41 años, y tras haber sido absuelto de las acusaciones de acoso en España que lo mantuvieron fuera del fútbol por un tiempo, Daniel Alves vuelve a pisar Chile, pero esta vez como figura de Colo Colo. El anuncio sacudió el mercado y generó revuelo en redes sociales, dividiendo opiniones, pero también despertando curiosidad y entusiasmo en parte de la hinchada alba.
En su llegada al aeropuerto de Santiago, el brasileño fue recibido por una multitud de fanáticos, muchos de ellos jóvenes que crecieron viéndolo brillar en el Barcelona, en la selección y en otros grandes clubes de Europa. Sonrisas, camisetas listas para firmar y celulares alzados marcaron un recibimiento impensado años atrás, cuando Daniel representaba lo opuesto a los colores de Colo Colo y del fútbol chileno.
Durante su presentación oficial en el estadio Monumental, el lateral recordó con humor sus duelos contra Chile. “Jugar acá siempre fue difícil. La gente mete presión, el ambiente es caliente… pero ahora vengo a disfrutar eso a mi favor”, dijo entre risas, mientras saludaba a los hinchas albos. “Siempre admiré la pasión que tienen por el fútbol. Es una oportunidad linda de vivir eso desde adentro”, completó.
La llegada de Alves no es solo un fichaje; es un símbolo del cambio de página en su vida personal y deportiva. Luego de meses alejados del foco futbolístico por problemas judiciales, su retorno representa un renacer, una segunda oportunidad en un entorno donde nadie esperaba verlo como protagonista. Él mismo lo sabe, y por eso llega con humildad, pero también con hambre de seguir escribiendo historia.
Chile lo vio llegar como enemigo en otras épocas. Hoy lo recibe con los brazos abiertos. El fútbol, una vez más, demuestra que no hay rivalidad que dure para siempre, y que la memoria, aunque selectiva, sabe hacer espacio para el perdón, la nostalgia y la magia de un jugador que marcó época.