Abril del 2015. Universidad de Chile soñaba con hacer historia en la Copa Libertadores. Pero la historia que terminó escribiendo fue digna de una tragicomedia. En plena fase de grupos, el Internacional de Porto Alegre vino al Estadio Nacional y destrozó a la U: 4-0, sin despeinarse. Fue una clase de fútbol, y una lección de humildad que los azules aún no olvidan (aunque preferirían hacerlo).
El equipo brasileño, dirigido por el uruguayo Diego Aguirre, salió a la cancha con una sola consigna: clasificar con estilo. Y lo logró. Mientras los azules apenas podían sostenerse de pie, Nilmar, ese delantero que parecía flotar por la cancha, se despachó un doblete y dejó a Johnny Herrera mirando al cielo buscando explicaciones.
Herrera, el eterno referente azul, fue espectador privilegiado de una noche para el olvido. Cada ataque del Inter parecía una sentencia. La defensa de la U fue un desfile de errores y espacios. Y el arco, custodiado por el ídolo azul, se convirtió en una puerta giratoria: cada llegada del Colorado era casi gol.
El Inter abrió la cuenta temprano y no aflojó. Nilmar se encargó de bailar a la zaga chilena, mientras Andrés D’Alessandro manejaba los hilos del mediocampo con la tranquilidad de quien sabe que el rival no va a despertar. En las tribunas, la desesperación se convertía en silencio. En la cancha, la U hacía papelón tras papelón.
Con ese 4-0, los azules se despidieron de la Libertadores en la primera fase. Eliminados con escándalo, sin siquiera pelear hasta el final. Mientras en Porto Alegre celebraban, en Santiago se hablaba de “vergüenza internacional”.
Y hoy, casi una década más tarde, el karma podría hacer de las suyas otra vez. La U enfrenta al Botafogo en Brasil y está con un pie afuera del torneo. ¿Veremos otra goleada? ¿Otro show de un equipo brasileño? ¿Otro capítulo glorioso para nuestra sección de recuerdos albos?
